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Para disfrutar de un buen café hay unos pasos básicos que seguir y errores que no podemos cometer, pero está claro que sobre gustos no hay nada escrito. Lo bonito de la cultura del café es la gran variedad de formas distintas que hay en el mundo para prepararlo, y todas pueden respetar el perfect serve. Pero es cierto que el café americano tiene mala fama, ¿sabes por qué nos parece más aguado? La respuesta no es tan simple como parece.
¿Qué entendemos por café americano?
Antes de entrar a analizar la bebida, conviene que nos detengamos a establecer qué queremos decir al hablar de “café americano”. Parece una respuesta obvia, pero en realidad podemos referirnos a varios tipos de infusión diferentes. Eso sí, todas tienen en común el mayor tamaño y una menor proporción de café por volumen de agua.
Lo habitual es oír hablar de café americano como el tipo de café que se sirve en Estados Unidos, una expresión coloquial como la que se usa para la comida americana. Nos estamos refiriendo solo al territorio del país estadounidense, y no al resto del continente, y se suele usar de forma un tanto despectiva. A los sibaritas del café esta bebida nos parece aguada, sosa, sin cuerpo y sin aroma.
Pero allí no hablan de “american coffee” cuando salen a tomar una taza. Depende de la zona del país y de las costumbres de cada persona, pero lo habitual es usar términos como black, cup of joe, regular coffee o, simplemente, regular o coffee. Son cafés largos, de unos 150 ml o más, y que a veces puedes recibir ya con azúcar, salvo que se especifique lo contrario.
Ahora bien, el caffè americano es algo un poco diferente. Es el término italiano para designar un tipo de café surgido en los años 50 que imita el sabor más suave del café de filtro. Se dice que surgió a partir de la Segunda Guerra Mundial para satisfacer el paladar de los soldados americanos, acostumbrados a sus tazas grandes de café de filtro. El americano europeo se elabora añadiendo agua al café espresso.
El café favorito de los estadounidenses.
Si cierras los ojos y piensan en lo primero que te venga a la mente al pensar en el café en Estados Unidos, probablemente visualices imágenes de películas o series de televisión, tan icónicas y que tanto han calado en el imaginario colectivo. Ya sea en los típicos diners con camareras que pasean cafetera en mano rellenando las tazas de los clientes, en las cafeterías más urbanas con sofás y dulces modernos, o en los puestos ambulantes de las grandes ciudades, está claro que a los americanos les encanta el café.
A veces parece que estén bebiéndolo todo el día y siempre van con su vaso de papel por la calle a todas partes. No falta en las mesas de los despachos, en las pausas laborales y hasta lo toman para acompañar la comida o la cena. ¿Cómo pueden tomar tanto café? Porque son infusiones de gran volumen en las que apenas hay cafeína, ya que la proporción de granos usados para prepararlas es mucho menos a la usada para un espresso.
Como resultado, son cafés muy suaves, con poco aroma, sin crema y de sabor muy neutro, que lo mismo acompaña un dónut que una hamburguesa con patatas fritas. Por eso a nosotros nos parece un café “aguado”, diluido, sin gracia. La expresión popular aguachirri define muy bien esa mala fama que tiene el café americano entre los grandes amantes del café corto y con mucho cuerpo.
Las claves del café americano.
En el siglo XVIII, con Estados Unidos aún formándose como nación independiente, el té era la bebida más consumida. Pero debido al delicado clima político y las tensas relaciones con Europa, se convirtió en un producto de lujo y antipatriótico, así que las amas de casa empezaron a infusionar café. Poco a poco la bebida fue ganando adeptos entre los distintos grupos sociales, sobre todo a partir de la guerra civil americana, cuando los soldados elevaron su popularidad.
Los estadounidenses siempre han preparado el café con métodos de filtro recreando la infusión de té. La cafetera estilo prensa francesa y el percolador fueron muy populares, aunque daban resultados de calidad algo dispar. Ya a principios del siglo XX se inventó el primer filtro de café de papel, y en las décadas siguientes aparecieron cafeteras eléctricas que no tardarían en llegar a los hogares.
El gran punto de inflexión lo marcó la llegada de la primera máquina de goteo automática en la década de 1970, y no tardaron en salir imitaciones de muchos fabricantes. El país se llenó de cafeterías que siempre tenían café caliente para rellenar las tazas y vasos a cualquier hora, y era la máquina estrella de cualquier cocina doméstica. Hoy en día sigue siendo el café más consumido a pesar de la nueva ola de cafés de especialidad y los gustos más millennial de la gente joven.
Un estadounidense medio está acostumbrado a tomar café todo el día, desde el desayuno hasta la cena. Lo tomará normalmente negro, con azúcar, en taza o vaso largo, en casa o en la cafetería de su barrio, por la calle o en la zona de descanso de la oficina. Aunque sea un café muy diluido en agua, eso no quiere decir que tenga que ser malo per se, ya que también hay cafés americanos de mala calidad y mal preparados.
A los que disfrutamos de un café corto, con su crema y su aroma intenso, el americano se nos queda pobre. Nos resulta incomparable con ese espresso recién hecho, con cuerpo y un sabor profundo que deja diferentes matices en el paladar. Son formas distintas de entender la cultura del café; a nosotros no se nos ocurriría tomar el mismo volumen de café en un solo día o acompañar la comida con él. Pero el café al estilo italiano está ganando cada vez más adeptos en Estados Unidos y saben apreciarlo, simplemente, es otra cosa.
¿Café americano con crema?
Para muchos amantes del café, la crema es una parte esencial. Un buen espresso debe tener su capa de crema superior, de al menos 3 milímetros y con un color avellana o tostado, sin manchas extrañas. ¿Es posible degustar un café americano sin renunciar a la crema? No es lo más habitual porque el consumidor estadounidense no está acostumbrado a tomar una taza con crema, pero sí se puede conseguir.
Los que quieran degustar un buen café americano sin renunciar a esa melosa crema pueden recurrir a una técnica muy simple de barista. Se trata de preparar un doble expreso en la cafetera automática, o un café más largo, dejando que la infusión salga directamente sobre una taza en la que ya habremos puesto agua. La cantidad dependerá un poco del gusto, pero como regla general podemos llenar 1/4 de una taza grande con agua mineral a temperatura ambiente.
De este modo saldrá el café recién hecho en nuestra cafetera, con todo su aroma y sabor, cayendo suavemente sobre el agua y fundiéndose con ella. Así obtenemos un café al estilo americano conservando la capa de crema que tanto nos gusta, demostrando que se puede disfrutar de un americano realmente sabroso. Es la alternativa a preparar un café largo que solo infusiona la misma cantidad de granos en un mayor volumen de agua, diluyendo su aroma.
¿Qué te parece el café americano? ¿Has probado alguna vez el café que preparar en los típicos diners de Estados Unidos? Una última curiosidad: si en la carta de la cafetería ves nombres como Black eye, Dead eye o Shot in the dark, ten en cuenta que es un café más fuerte que suele combinar el típico de filtro americano con un espresso más europeo.
Fecha de Publicación: 2018-12-18
Fuente: www.mimundo.philips.es
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